Son una serie de historias de nuestro pueblo, de sus gentes – con nombres propios unas y sobrenombres otras, con su dignidad todas.Son chanzas y recuerdos de unas épocas no muy prósperas pero no por ello carentes de vitalismo, narradas con ironía y descaro, cuidando el respeto y evitando indicaciones que pudieren derivar en ocasionales perjuicios familiares actuales, al modo que sencillamente es nuestro paisano Juan.
Él se reconoce sólo transmisor de las mismas pero, su toque personal para con lo narrado, aunque provenga de otras bocas, queda manifiesto. Es digna de mencionar la recurrencia al ‘palabrario andaluz’, a la República hablanera (de la que buena cuenta da nuestro convecino Prudencio Salces), así como el gracejo y la humanidad que desprenden estos relatos, en especial el de El Melonar. El paseo de las Casas Nuevas y sus silentes personajes quedan indelebles en este libro, localista donde los haya.