Natalia , un talento local

12 · Ago · 2015 | Sede Biblioteca

Natalia Ruiz Pino es una chica de nuestro pueblo. Tiene 10 años y posee una capacidad increible para con la escritura y la lectura. Allá donde se presenta con sus relatos allá que consigue el reconocimiento de todos en forma de premios. Desde esta web y desde esta Biblioteca amén de felicitarla, queremos animarla a que siga con la afición a la vez que difundimos con este ejemplo el virtuosismo que posee. Este es la historia de una sensación descrita por la espera de un libro deseado. Como ella dice… Un deseo al alcance de todos.


El corazón me latía con fuerza, mientras terminaba de recoger los libros, folios y apuntes, despejando la mesa, y metiéndolos en la mochila. Cerré la cremallera de la cartera y la dejé en mi cuarto. Llegué a tropezones a la cocina, que mi madre limpiaba, y extendí la mano con la palma abierta.

-Ya he recogido los deberes- me apresuré a decir- ¡anda, dame el carné de la biblioteca! ¡Quiero ir a por el libro!

Mi madre me miró y se rió.   Extrajo de su cartera, forrada de cuero, aquel cartón que para mí, era la llave del paraíso y la posó en mi palma, que se cerró enseguida entorno al carné. Abrí la puerta y salí al corredor común, ya que vivo en un piso.

-Mi misión –dije irónicamente, dándome golpecitos en el pecho con mi puño.

Mi madre me guiñó un ojo en señal de aprobación. Cerré la puerta tras de mí, ¡no había tiempo que perder!

Cuando salí a la calle era una maraña de sensaciones, emoción, alegría, suspense y un deseo inaguantable de tener en mis manos el libro deseado, con el que llevaba soñado días.

Salí de aquella burbuja de sentimientos y encaminé mis pasos a la biblioteca. Cada vez,   caminaba más deprisa, hasta que me di cuenta de que corría.

Llegué sin aliento,   pero orgullosa, de no haber parado hasta llegar a la biblioteca. Respiré profundamente, todos aquellos sentimientos se transformaron en nervios. Mi mano se moldeó,   envolviendo el picaporte de la puerta, y temblando lo giré. Asomé el rostro, como si los nervios no me dejaran entrar y, finalmente, sintiéndome algo tonta, me deslicé dejando atrás la pesada puerta, que se cerró sola empujada por su propio peso. Caminé conteniendo la respiración, hasta el escritorio del bibliotecario y llamando su atención le pregunté si había llegado el libro esperado.

Una vez que escuchó el título se levantó de su silla y aunque parecía obvio que estaba, mis músculos y las facciones de mi rostro seguían tensas y la emoción me envolvía.

El bibliotecario se asomó al escaparate y se quedó mirando. ¡Que tonta había sido! ¡¿Por qué no miré el escaparate?! Aunque tenía fácil respuesta. ¡Mis nervios no me dejaron pensar! Al instante el bibliotecario ya estaba allí y yo volví de mi mundo de preguntas y respuestas. Llevaba en sus manos el grueso libro deseado. Mis manos involuntariamente cogieron el libro y lo aplastaron contra mi pecho.

Perdí la cuenta de las veces que le agradecí al bibliotecario que me lo hubiese encontrado. ¡Bendita biblioteca! Repetí en mi cabeza una y otra vez y celebré en silencio mi triunfo.

El libro me pedía a gritos que lo ojeara y busqué un rincón apartado, el mejor sitio para comenzar a leerlo.

Al fondo de la biblioteca había una fila  de ordenadores que se recortaban contra las estanterías, repletas de libros. Mi mirada pasó de aquellos ordenadores a las estrechas y largas mesas de las que eran los protagonistas los estudiantes que al estar rodeados de libros en la biblioteca parecía facilitarles el trabajo y … ¡al fin! ¡Un rincón apartado que sería mi aliado para disfrutar aun más, de aquella maravilla que tenía en mis manos!

Me senté en el rincón, totalmente ilusionada. Desplegué la encuadernación y las primeras páginas en blanco y … ahí comenzó  mi aventura.

UN DESEO AL ALCANCE DE TODOS por Natalia Ruiz Pino