Hace treinta y cinco años, Imanol Azkarate fue secuestrado y ejecutado, pero sus dos asesinos nunca fueron detenidos ni identificados. Uno de ellos, Josu Etxebeste, conocido restaurador guipuzcoano, guardó todas las cartas y dibujos que hizo el secuestrado durante el cautiverio. Ahora, ha decidido confesar su crimen y dar todo ese material a Alasne, la hija de la víctima, y entregarse al comisario Ignacio Sánchez, el policía que investigó el secuestro. Sin embargo, Josu solo confesará si Sánchez reconoce a su vez que fue un despiadado torturador. Mientras pugnan por conciliar su pasado armado con un presente sin rencor ni violencia, los resortes durmientes de la Organización se movilizan. Antiguos militantes que, como Etxebeste, nunca fueron detenidos y que no tienen ninguna intención de confesar y cambiar sus cómodas vidas en la Euskadi del posconflicto tratarán de detener ese acercamiento por todos los medios posibles.