La visita al taller de Álvaro Montaño brindó a los congresistas la posibilidad de ver el trabajo en vivo en un tradicional taller de alfarería rambleño. Desde la montaña de barro blanco, extraído de una cantera de la zona, hasta el modelado en torno y las piezas terminadas, se pudo observar todo el proceso de creación de objetos típicos de la alfarería de la zona: el botijo de verano, la jarra, el cántaro.
El propio Álvaro Montaño, veterano fundador del taller, se sentó al torno acompañado de su hijo, continuador de la actividad. Los asistentes pudieron admirar la destreza de sus manos, y la magia de un oficio ancestral, que en muchos lugares está a punto de desaparecer y que acciones como las organizadas por la AeCC pretenden recuperar. De hecho, el tema del congreso planteado este año, y que ha marcado todos los debates y comunicaciones, ha sido el del Patrimonio, pero no sólo aquel que conservamos en nuestro museos, sino el propio oficio de alfarero, ese saber hacer transmitido de generación en generación, y que se personifica en alfareros como Álvaro Montaño y sus hijos.